Puede definirse la lógica como el conjunto de conocimientos que tienen por objeto la enunciación de las leyes que rigen los procesos del pensamiento humano; así como de los métodos que han de aplicarse al razonamiento y la reflexión para lograr un sistema de raciocinio que conduzca a resultados que puedan considerarse como certeros o verdaderos. El raciocinio puede definirse como un proceso del pensamiento (por tanto, exclusivamente humano) que a partir de ciertos conocimientos establecidos (llamados premisas), conduce a adquirir un conocimiento nuevo (contenido en la conclusión) sin que para ello haya que recurrir a nuevas constataciones u observaciones sensibles distintas o adicionales a las ya contenidas en las premisas. Mientras que las premisas (o predicados) que toma en consideración la lógica pura constituyen entidades abstractas y absolutamente precisas, respecto de las cuales no es requerido que exista ningún objeto de la realidad que los verifique; es difícil encontrar en la realidad conceptos de origen empírico-sensible que presenten exactamente las características de los objetos lógicos.
Aparte de ello, respecto de todo concepto de origen empírico, no solamente es posible concebir sino que también se encuentran en la realidad experimental, objetos respecto de los cuales no es posible afirmar de manera absolutamente cierta que coinciden o que no coinciden con esos conceptos.
Por lo tanto, respecto de proposiciones lógicas que utilicen esos conceptos, las leyes de la lógica formal solamente serán aplicables con especial precaución. De tal manera, las leyes de la lógica formal solamente resultarán aplicables con alcance estricto en el campo de las ciencias puramente exactas y abstractas, tales como las matemáticas, la propia lógica, la mecánica, y aquellas disciplinas exclusivamente normativas y abstractas tales como la interpretación jurídica.
Entre los muchos aportes que hizo Aristóteles al conocimiento abstracto, sin duda la lógica formal - de la que fue indiscutiblemente creador - no solamente puede considerarse el más trascendental, sino aquel en que logró mejores y mayores aciertos.
La principal aportación de Aristóteles fue la silogística, el estudio del procedimiento de raciocinio por medio del silogismo, en que de dos premisas se deduce una conclusión; también llamada lógica de las proposiciones o lógica “clásica”. Los filósofos ulteriores, sobre todo los pertenecientes a la escuela estoica pre-cristiana y a la escolástica medieval desarrollaron a fondo la lógica de las proposiciones; sistematizando y completando la silogística aristotélica así como llegaron a desarrollar las llamadas “lógicas modales”.
Recién en el siglo XIX puede decirse que se desarrollaron nuevas aportaciones de importancia en el campo de la lógica, con el desenvolvimiento de la “lógica matemática” que, a partir del antecedente del pensamiento de Leibnitz, realizaron Boole y Frege.
La lógica originaria de Aristóteles, y ulteriormente complementada por las aportaciones de la escuela estoica y la escolástica se basa en el análisis de proposiciones predicativas, de las que se distinguen las proposiciones que cumplen función de premisas y de conclusión.
Posteriormente, debido a advertirse dificultades surgidas para explicar cierto tipo de inferencias a nivel de proposiciones, surge la necesidad de analizar las proposiciones según su composición interna, descomponiéndolas en sus términos, lo que da lugar a la llamada lógica de términos o de clases.
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Las proposiciones predicativas no son otra cosa que expresiones de una estructura gramatical elemental, compuesta de sujeto, cópula y predicado: “La puerta está abierta”.
Es oportuno precisar que, a pesar de la similitud, en la proposición lógica la cópula, aún cuando se presenta gramaticalmente como una expresión verbal (que normalmente estará configurada por “es” o “no es”), no tiene la funcionalidad del verbo; sino que solamente determina la circunstancia de que el predicado se cumple o no se cumple en el sujeto.
Ha de tenerse en cuenta que cierto tipo de oraciones gramaticalmente consideradas, como las exclamativas, interrogativas, mandatos o expresivas de deseos, no revisten interés ninguno desde el punto de vista lógico; no son proposiciones enunciativas ni contienen conceptos o términos.
En una proposición predicativa se establece una relación entre un concepto que reviste la calidad de sujeto y otro que reviste la condición de predicado . La función de relacionamiento y de enunciar es cumplida por un verbo que opera como cópula afirmativa o negativa: “es”.
El análisis de las proposiciones realizado por la lógica antigua de las proposiciones predicativas, se detiene en la distinción del sujeto, el predicado, la cópula y algunas pocas relaciones formales entre ellos en cuanto a la naturaleza del sujeto, la extensión o comprensión del predicado.
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El análisis de la proposición “La puerta está abierta” hace posible reconocer:
o Un sujeto, que piensa esa proposición.
o El acto de pensarla, que tiene lugar en la mente del sujeto pensante.
o El pensamiento mismo, independiente de que alguien lo piense, que puede ser pensado por muchos sujetos en diversos momentos, y que es siempre idéntico a sí mismo.
o Las percepciones o imágenes que eventualmente pueden acompañar la existencia de ese pensamiento en un sujeto y en circunstancias determinadas; como que esté actualmente viendo la puerta abierta, que sea la de la casa o la de una habitación, etc., o que no la vea sino que al leer esa frase en un libro recuerde alguna puerta que ha visto abierta, etc., o que simplemente se imagine una situación como la que enuncia la proposición.
o La expresión del pensamiento mediante las palabras que lo enuncian con su sentido o significado conceptual.
o El objeto a que el pensamiento se refiere, como concepto general; y que en este caso corresponde al concepto de lo que es una puerta y a la propiedad de estar abierta.
• El predicado es lo que expresa la propiedad que la proposición enuncia respecto del sujeto. El predicado debe expresar una cierta idea respecto del sujeto, y un cierto conocimiento que existe en la mente, un pensamiento que resulta inteligible en cuanto es entendido.
• Los filósofos antiguos percibían que ningún conocimiento de la mente puede hacer comprensible a la misma vez la totalidad de las propiedades que pueden predicarse de un objeto; por lo cual el predicado debe limitarse a expresar una propiedad por vez, aún cuando pueda ser muy compleja.
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